4 peligros del yoga

4 peligros del yoga

En el Día Internacional del Yoga 2024, que se celebra este 21 de junio, el sacerdote dominico Fray Nelson Medina, Doctor en Teología Fundamental conocido por su vasto apostolado en Internet, advierte sobre cuatro peligros en esta práctica surgida en el hinduismo de la India.

¿Qué es el yoga?

El yoga es un conjunto de posturas y ejercicios físicos que en teoría buscan la paz interior. Surgido de la tradición espiritual del hinduismo en la India, el yoga busca llevar el alma al «samadhi», es decir, al estado en el que el hombre y Dios se harían uno, sin ninguna diferencia.

La palabra yoga deriva de la raíz sánscrita yuj que significa «unión». El objetivo del yoga es unir el yo transitorio (temporal) o jiva, con el (yo eterno) infinito o Brahman, el concepto hindú de Dios, que no es una persona, sino algo impersonal que es «uno con la naturaleza y el cosmos» que «impregna, envuelve y subyace en todo».

El yoga y la fe católica

Al iniciar su reflexión, Fray Nelson propone no partir de estas dos preguntas: «¿puede un católico practicar yoga? y «¿está mal practicar yoga?», ya que “se centran en la simple prohibición (para después enfatizar que la Iglesia no nos deja ser ‘libres’) y resulta que el tema es más profundo y más serio que una simple negativa”.

En su opinión, “las mejores preguntas que un católico puede hacerse con respecto al yoga creo que son estas: ‘1. ¿Qué es lo que espero encontrar en esas prácticas?’; ‘2. ¿Eso que quiero buscar allá lo he buscado o averiguado en mi Iglesia Católica?’; ‘¿Soy consciente de los riesgos que entrañan unas prácticas que según todas las indicaciones mezclan cosas buenas y malas?’”.

El Doctor en Teología Fundamental resalta que si los católicos se hicieran “honestamente la primera pregunta llegaría a respuestas como paz, distensión, relajamiento, mejorar la concentración, bienestar físico”.

“Desde ahí es fácil ver la respuesta a nuestra pregunta 2: literalmente todo eso está en la teología del cuerpo, una sana dirección espiritual que ayude a organizar horarios y fuerzas, y sobre todo: tiempo para orar. Oración, en cambio, es lo que nunca dará el yoga”, prosigue.

En ese sentido, Fray Nelson advierte sobre 4 peligros en la práctica del yoga:

1. La fuente del yoga es el hinduismo

“En Wikipedia, accesible para todos, está este dato: ‘El yoga es una de las seis dárshanas (doctrinas) ortodoxas del hinduismo. Enfatiza la meditación y la liberación, siendo su texto principal el Yoga sutra (400 d. C.)’”.

De ese modo, agrega, “esta palabra se asocia con prácticas de meditación en el hinduismo, el budismo y el jainismo. Si te dijeron que consistía solo en estiramientos, te mintieron”.

2. La doctrina yoga tradicional está unida a la liberación de la materia

Por esa razón, la doctrina del yoga “es directamente contraria a la enseñanza cristiana y católica sobre un solo Dios creador que ha hecho todo cuanto existe y que por tanto no quiere ni necesita que nos liberemos de lo material sino que sepamos usarlo en orden a la justicia y la caridad”.

3. Con el yoga se practica el hinduismo

“El yoga tiene un texto (religioso, por supuesto) que es como su manual: el yogasutra. En ese texto se incluye como parte de los ejercicios de liberación la repetición de los ‘vedas’, es decir, los textos religiosos del hinduismo”, explica Fray Nelson.

El sacerdote colombiano subraya entonces que “la recitación empieza con mantener celosamente los nombres de las posturas, que no son otra cosa que expresiones de oraciones de esa religión”.

4. El fin del yoga

“El propósito último del yoga es la íswara-pranidhana que literalmente significa: ‘entregarse al Controlador’ es decir, al dios que anuncia esa religión y que por supuesto no es el Padre de nuestro Señor Jesucristo”.

Por ello, Fray Nelson concluye su reflexión haciendo una pregunta: “¿Cómo podría un católico entrar en semejantes riesgos y aceptar tan graves daños por buscar unos pocos bienes, que de todos modos podría tener lícitamente dentro de su fe?”.

¿Qué dice la Iglesia Católica sobre el yoga?

En la «Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana» de 1989, la Congregación —hoy Dicasterio— para la Doctrina de la Fe, no condena expresamente el yoga pero precisa que se debe tener prudencia ante los «métodos orientales» inspirados en el hinduismo y el budismo: «Propuestas u otras análogas de armonización entre meditación cristiana y técnicas orientales deberán ser continuamente cribadas con un cuidadoso discernimiento de contenidos y de método, para evitar la caída en un pernicioso sincretismo».

El numeral 14 precisa que la idea de que los seres humanos se unan a «una conciencia cósmica divina» contradice las enseñanzas de la Iglesia.

En 2003, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso publicó el documento Jesucristo: Portador del Agua de la Vida, donde se ubica al yoga como una de las muchas prácticas de la New Age (Nueva Era), algo «difícil de reconciliar con la doctrina y la espiritualidad cristianas».

El texto alerta que, para el New Age, la vida espiritual “no se refiere a un encuentro con el Dios trascendente en la plenitud del amor, sino a la experiencia provocada por un volverse sobre sí mismo, un sentimiento exultante de estar en comunión con el universo, de dejar que la propia individualidad se hunda en el gran océano del Ser».