El Vaticano ha vuelto a denunciar la práctica de los vientres de alquiler durante un encuentro que tuvo lugar en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) de Suiza.
Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, fue la encargada de moderar este acto organizado para concienciar sobre la necesidad de proteger a las mujeres y niños de toda forma de explotación.
El evento se celebró bajo el título “¿A qué precio? Hacia la abolición de los vientres de alquiler: prevenir la explotación y la mercantilización de mujeres y niños” en el Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra (Suiza).
El encuentro ha sido organizado por la Misión Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra y la Fundación Caritas in Veritate.
Como portavoz del Vaticano, Gambino afirmó que la maternidad subrogada supone “una grave violación de la dignidad y los derechos de las mujeres y niños”.
De este modo, instó a la comunidad internacional “a reflexionar sobre la urgencia de establecer una prohibición absoluta”.
Asimismo, recordó que existe “un consenso mundial” en contra de esta práctica, “incluso desde diferentes posiciones políticas, éticas y religiosas”.
La autoridad del Dicasterio vaticano remarcó que es necesario dar una respuesta internacional que actúe contra el “turismo procreativo” que continúa siendo “la causa de la explotación transnacional de mujeres y niños”.
“Es necesario promover un compromiso común para garantizar la protección universal de la dignidad y los derechos humanos fundamentales de las personas implicadas”, subrayó Gambino.
Más tarde, citó la Declaración Dignitas infinita, publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe el pasado mes de abril.
Haciendo referencia a dicho documento, subrayó que “que todo niño tiene derecho a tener un origen plenamente humano y a recibir el don de una vida que manifieste la dignidad de quien la da y de quien la recibe”.
Defendió que “no todas las formas de engendrar son lícitas” y que “no existe un derecho al hijo en términos estrictamente jurídicos que pueda justificar cualquier práctica procreativa”.
También enumeró algunas consecuencias negativas de esta práctica, como “la despersonalización, comercialización y explotación de la mujer”, así como “la cosificación del niño”.
Además, denunció que se trata de una “forma de contractualización de las relaciones humanas fundamentales, destinada a afectar para siempre a la identidad y la vida de los sujetos implicados”.
El Papa Francisco ha denunciado esta práctica en reiteradas ocasiones. En junio de 2022, advirtió que la dignidad humana está siendo amenazada por “la práctica inhumana” del llamado “vientre de alquiler” ya que se explota a las mujeres y se trata a los niños “como mercancía”.
Cabe recordar que la Iglesia siempre ha defendido la importancia de la originalidad de la transmisión de la vida, que se da mediante la unidad sexual de los cónyuges, y rechaza cualquier intermediación técnica que pretenda sustituirlos.