Ismael El Mayo Zambada ya comenzó a despepitar.
Alguien en Washington se la tenía guardada a López Obrador. Al final de su gobierno llegó el momento y los estadunidenses pusieron al Presidente de México en graves aprietos. Detuvieron al capo histórico más importante del país, que llevaba más de cuatro décadas impune, y lo trasladaron a territorio de Estados Unidos.
Ismael El Mayo Zambada ya comenzó a despepitar. Por lo pronto, puso en la picota a todo el gobierno de Sinaloa, incluyendo a su gobernador. Si le creemos a sus declaraciones, el líder histórico del Cártel de Sinaloa es el que verdaderamente gobernaba en el estado. Era el que mediaba en las disputas entre los políticos locales. Además, su seguridad estaba a cargo de la policía sinaloense.
Que se pongan a temblar todos porque El Mayo puede hablar y embarrar a toda la clase política local y nacional, actual y del pasado. Total, él ya no tiene qué perder. Sólo ganar al involucrar a los políticos mexicanos que se han beneficiado del rentable negocio del trasiego de drogas.
Para López Obrador, todo este asunto representa un dolor de muelas.
Zambada ya quemó al gobernador de Sinaloa con sus declaraciones.
El Presidente le dio credibilidad a los testigos protegidos que involucraron a Genaro García Luna con el Cártel de Sinaloa. Ahora no puede desacreditar a personajes similares que lo involucren a él y/o a sus aliados.
Según Zambada, él iba a mediar una disputa entre el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, y su adversario político, Héctor Melesio Cuén, cuando lo secuestraron y se lo llevaron a Estados Unidos.
¿Debemos creerle?
Pues tanto más o tanto menos como le creímos a los delincuentes que testificaron en contra de García Luna, a quien un jurado estadunidense encontró culpable por participar en una empresa criminal.
Lo del Mayo Zambada le pega en dos frentes a López Obrador.
Primero, en la narrativa de que éste es un gobierno nacionalista que defiende a ultranza la soberanía del país.
Pues resulta que un comando del vecino del norte se infiltró en territorio nacional y detuvo aquí, de manera ilegal y extraterritorial, al narcotraficante para luego trasladarlo en un avión privado a Estados Unidos.
¿Dónde quedó la soberanía mexicana?
Penoso ver al gobierno de López Obrador sin información alguna de lo ocurrido. Tratando de adivinar qué es lo que pasó y exigiendo explicaciones del gobierno estadunidense. Muy machitos, muy nacionalistas, pero, a la hora de la verdad, el gobierno de Estados Unidos hace lo que se le pega la gana en México. Ahí está la soberanía nacional.
El segundo frente tiene que ver con la supuesta lucha del lopezobradorismo en contra de la corrupción.
Ahora resulta que dicho fenómeno continuaba en este sexenio. ¡Oh, sorpresa!, por lo menos las autoridades de Sinaloa, del partido Morena, estaban coludidas hasta el tuétano con uno de los cárteles más poderosos del mundo.
Preguntas legítimas:
¿Tan sólo las autoridades locales o también las federales?
¿Hasta dónde llegaban los tentáculos del poder del Cártel de Sinaloa en los distintos niveles del gobierno de México?
¿Y las Fuerzas Armadas?
El hecho indubitable es que los estadunidenses no compartieron ninguna información con sus pares mexicanos en la operación para extraer al Mayo Zambada. Temían, supongo, que una filtración echara a perder la operación que, por cierto, les salió impecable.
Esta historia viene a abollar el final del sexenio de López Obrador. Después de la fiesta electoral de junio, donde Morena arrasó, el Presidente aparece sin brújula, amargado por la detención del Mayo. Carece de explicaciones de qué sucedió. Le afecta a su discurso nacionalista y anticorrupción.
Además, AMLO tendría que estar muy preocupado por lo que Zambada pudiera “cantar” frente a las autoridades estadunidenses. Invenciones o no, la honestidad del actual sexenio depende hoy de las posibles declaraciones de un narcotraficante de 76 años que sabe todo el tejemaneje de un negocio que no puede operar sin la colusión de policías y políticos. El Mayo le ha echado a perder a AMLO el final de su sexenio. O, para ser más precisos, las autoridades estadunidenses, que se lo llevaron a su país sin el permiso de las mexicanas. Sus razones tendrán para ello.