(CODICS).- En México la pérdida de fertilidad de los suelos es alarmante pues es biológicamente improductivo, contaminado, agotado e incapaz de mantener altos rendimientos en los cultivos pues existen 139.9 millones de hectáreas, equivalentes al 70% de los suelos mexicanos, con niveles de materia orgánica muy bajos; en tanto que 62.15 millones de hectáreas, equivalente al 31% de los suelos se asocian a problemas de acidez; y 146.8 millones de hectáreas que corresponden al 73% tienen poca capacidad de intercambio catiónico.
Dichos factores en la producción son una amenaza para la seguridad alimentaria y con ello el país enfrenta a un futuro catastrófico, advirtió el profesor – investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, Gerardo Noriega Altamirano.
Por ello, recomendó adoptar medidas y prácticas para revertir la degradación de los suelos, promover la restauración de la fertilidad, incrementar la producción de alimentos para reducir la inseguridad alimentaria, promover el desarrollo rural y frenar la pobreza, entre otros aspectos.
Esto se logrará, dijo, con una política pública de Estado dirigida al “manejo sustentable de los suelos de México”, basada en una estrategia nacional.
Además, el especialista de la Universidad Autónoma Chapingo, en el marco de la celebración del “Dia Mundial del Suelo”, propuso crear el Programa Mexicano de Restauración de Suelos Agrícolas y el Programa de Asistencia Técnica del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria.
Expuso el profesor – investigador de la UACh, que el suelo es un recurso natural estratégico para la producción de alimentos, la conservación de la biología del suelo y la captura de carbono; por ello es necesaria una política pública para restaurar y conservar su productividad, garantizar alimentos sanos y de alta calidad para la población.
Indicó que una política pública dirigida al manejo sustentable de los suelos permitirá restaurar su fertilidad, incrementar la productividad de los cultivos; desarrollar suelos supresivos a plagas y enfermedades, reducir costos de producción y suprimir el uso irracional de plaguicidas.
Asimismo, se generaría empleo rural; atención a la alimentación y pobreza en las comunidades rurales; fijar carbono en el suelo para mitigar el cambio climático; brindar alternativas a los empresarios agrícolas, que al igual que el minifundio, sufre los impactos del deterioro de los suelos y por tanto la crisis económica en que nos encontramos inmersos.
Necesitamos, detalló, transitar a la restauración de la fertilidad física, química y biológica, atendiendo a los factores formadores del suelo para la restauración de los ciclos biogeoquímicos, haciendo uso de tres grandes líneas de acción.
Dichas líneas contemplan la adición de mezclas de minerales no metálicos y fertilización racional al suelo, así como la incorporación de materia orgánica humificada.
Además, se requiere de la inoculación de la microbiología del suelo: hongos, bacterias y actinomicetos, para el manejo de plagas y enfermedades del suelo y aéreas.
Con dicho enfoque de manejo agronómico se podrá contribuir a la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y promover el desarrollo, expuso el investigador de la Universidad Autónoma Chapingo.
Finalmente reiteró la conveniencia de crear el Programa de Asistencia Técnica del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria ya que se requiere de un nuevo modelo de transferencia tecnológica que implemente las estrategias para que la información disponible se comparta de manera oportuna al resto de actores a fin de construir un nuevo paradigma de desarrollo rural.