Este sexenio, la CFE y Pemex se han convertido en zonas de desastre, en empresas que han frenado el desarrollo y que se han convertido en un verdadero barril sin fondo para las finanzas nacionales.
Mientras sigue desgranándose el contenido de la reforma judicial, en la que comienzan a coincidir incluso voces periféricas de la 4T en que el tema de la elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros no tiene sentido en el contexto de una reforma indudablemente necesaria, el gran tema de esta semana será el anuncio del gabinete que acompañará a Claudia Sheinbaum.
Existe una danza de nombres, pero la pregunta, más allá de los nombres, es establecer qué tipo de gabinete se necesita y qué perfiles se deben cubrir.
El actual gabinete presidencial en buena medida no existe como tal: son un grupo de colaboradores del Presidente de la República que están, casi todos, opacados por el propio protagonismo presidencial. La definición de López Obrador de querer funcionarios con 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad, define el gabinete. Con Claudia Sheinbaum será lo contrario: se privilegiará la lealtad (sin ella no funciona ningún equipo), pero, sobre todo, la capacidad personal y operativa de los integrantes.
Habrá que ver cómo se acomodan las piezas, pero analizando las mayores exigencias del país, en el ámbito económico se tomó una buena decisión con la continuidad de Ramírez de la O, pero en esas áreas veremos sin duda a Luz Elena González, una cercanísima colaborada de Claudia. En la Secretaría de Economía lo que se requiere es implementar un verdadero programa de inversiones, que aproveche a fondo el nearshoring y establezca una buena negociación con Estados Unidos de cara a la revisión del T-MEC. Las versiones que dan a Ebrard esa posición no parecen descabelladas. En economía y áreas de relación con inversiones y empresarios estarán, de alguna forma también, Altagracia Gómez y Ana María Lomelí.
Todo indica que un muy buen especialista como Julio Berdegué estará en Agricultura, donde también se tendrán que renovar políticas luego de los debates absurdos que hemos tenido con Estados Unidos por temas como el maíz, las semillas genéticamente modificadas y el glifosato, además de la falta de apoyos a productores. En Salud, si –como parece– queda el doctor David Kershenobich, que estuvo trabajando toda la campaña con De la Fuente y es uno de los más prestigiados médicos del país, podremos tener, luego de un sexenio para el olvido en el sector, una política sólida y sensata.
Un tema central en la próxima administración, íntimamente ligada con el tema de las inversiones y el nearshoring es la energía. Este sexenio, la CFE y Pemex se han convertido en zonas de desastre, en empresas que han frenado el desarrollo y que se han convertido, sobre todo la petrolera, en un verdadero barril sin fondo para las finanzas nacionales, con medidas equivocadas, sin impulsar energías limpias y ahuyentado la iniciativa privada. Hay muchos nombres, que tendrán que coordinarse muy bien (hoy eso no ocurre, hay profundas diferencias, sobre todo de Pemex con Hacienda). Suena para alguna de esas posiciones Lázaro Cárdenas Batel, que me parecería una gran decisión: conoce el sector, tiene peso político propio y capacidad. Otro nombre que aparece para alguna posición en esta área es Jorge Mendoza, que dejó buenos resultados en Banobras y conoce, sobre todo, la CFE.
No se sabe cómo se construirá finalmente todo el organigrama de seguridad, que no dudo que quedará bajo la responsabilidad de García Harfuch, lo que sí queda claro es que tendremos una suerte de supersecretaría donde se concentrarán muchas funciones de investigación, inteligencia, coordinación con las Fuerzas Armadas y capacidad operativa real.
Con Juan Ramón de la Fuente hay dos opciones: la Cancillería o Gobernación (algunos hablan de una suerte de jefatura de gabinete). En cualquiera de ellas su contribución puede ser muy importante por su capacidad personal y de interlocución con muchos sectores. El próximo gobierno requiere diálogo, concertación, búsqueda de acuerdos, ampliar visiones y tener enorme creatividad.
Mario Delgado me imagino que tendrá una posición en el gabinete, considerando que termina su periodo al frente de Morena con muy buenos resultados y si nos basamos en lo que hemos visto, Ricardo Monreal estará al frente de los diputados y Adán Augusto López de senadores. No hay nombres para suceder a Delgado en Morena, pero si hay un operador político cercano a Claudia es Alfonso Ramírez Cuéllar.
No sé si la próxima Presidenta anunciará en los próximos días a quienes ocuparán las secretarías de Defensa y Marina. Por todo lo que actualmente engloba, en Defensa se requerirá un hombre que conozca perfectamente cómo están las cosas, que tenga líneas de continuidad con los actuales mandos porque, aunque desde fuera no se termina de comprender, las Fuerzas Armadas, el Ejército y la Fuerza Aérea (la Marina tiene otra dinámica) están en medio de una profunda transformación que necesita ser consolidada en unos ámbitos y depurada en otros, manteniendo su presencia en la seguridad pública, interior y nacional. No sé si se puede tener simultáneamente a secretarios designados en organizaciones tan verticales como Defensa y Marina, cuando al mismo tiempo continúan sus mandos naturales.
Pero, más allá, los perfiles futuros son decisivas y quizás la Defensa es uno de esos espacios donde menos se puede improvisar de cara al futuro. Las reuniones que tendrá Claudia con el general Sandoval en estos días serán clave en ese sentido.
Hablando de seguridad, ya asumió la Secretaría de Seguridad del Edomex el teniente coronel Cristóbal Castañeda, al que algún duende el viernes bautizó como Clemente. Le deseamos éxito.