Cuando comenzó la transición dijimos que el estilo personal de gobernar de Claudia sería muy tipo UNAM, porque de allí viene y ahí comenzó a hacer política.
Si algún cambio será notable en la administración de Claudia Sheinbaum será el del estilo personal de gobernar. Por lo pronto, en la conformación del gabinete se acabó eso de un 90% de lealtad y un 10% de capacidad. Los seis nombramientos de ayer no dejarán de estar basados en la lealtad política, pero están marcados por la capacidad de los designados.
Son perfiles, en todos los casos, de profesionales, con experiencia, en la política y en la academia, con formación especializada en sus ámbitos y respetados dentro y fuera del oficialismo. Marcelo Ebrard, que fue el principal contendiente de Sheinbaum en el proceso interno de Morena, será un secretario de Economía que tendrá como principal responsabilidad establecer una relación fluida con los empresarios (ya la tiene, muchos de ellos lo veían como su opción preferida) y la renegociación del T-MEC que habrá con Estados Unidos y Canadá en 2026. Si lo que se busca es generar certidumbre en los inversionistas, incrementar la llegada de capital con una visión moderna y tener capacidad de negociación comercial con EU, la designación lo logra. Puede gustar o no Ebrard, pero es un profesional talentoso, conocido y reconocido desde hace muchos años.
Juan Ramón de la Fuente, que finalmente se quedó en la cancillería (la Secretaría de Gobernación era otra opción para el exrector de la UNAM), luego de su paso de los últimos cinco años por la representación en las Naciones Unidas, sin duda cumplirá un papel clave en ese ámbito e, incluso, como hemos visto, en la interlocución entre la Presidenta y otros sectores. Sea Joe Biden o Donald Trump el próximo inquilino de la Casa Blanca, se requerían nuevos perfiles en esa posición: sus antecesores, Ebrard y Alicia Bárcena, fueron buenos cancilleres, pero esa posición, por una parte, desgasta y, por la otra, con una nueva mandataria se requiere un nuevo interlocutor con Estados Unidos, y De la Fuente ha demostrado comprender muy bien cuál es la dinámica de la relación, tanto con nuestro principal socio comercial como con las demás naciones, su experiencia en la ONU resulta muy valiosa en ese sentido.
Alicia Bárcena creo que puede cumplir mejor papel en la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales que en la propia cancillería, una responsabilidad que mantendrá hasta el 30 de septiembre. Primero, porque su formación está relacionada directamente con esa disciplina y, segundo, porque en este sexenio el medio ambiente fue ignorado, la secretaría ha pasado completamente desapercibida, con un presidente López Obrador al que el tema no le entusiasma en lo más mínimo. En los hechos, la Semarnat cumplió con todos los caprichos presidenciales y en ningún caso, desde el Tren Maya hasta el uso del combustóleo, impuso las políticas ambientales a las que México se comprometió. Sheinbaum ha hecho su carrera académica en torno al cuidado del medio ambiente. Bárcena es una mujer comprometida con ello a lo largo de toda su vida. Son buenas noticias.
La designación de Rosaura Ruiz también fue bien aceptada por varias razones. En primer lugar, porque se crea una nueva secretaría, la de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, que acaba con los enormes desatinos cometidos en los últimos seis años por la doctora Álvarez-Buylla. El Conahcyt fue, literalmente, desmantelado y la relación con el mundo científico y tecnológico fue terrible. No sólo se recupera esa relación y esa política, sino que se le da nivel de secretaría, o sea, se la pone en el centro de la política educativa y de la relación con las empresas y la sociedad. Ruiz tiene amplia experiencia en el área, es una mujer con buenas relaciones en la comunidad universitaria y tendrá amplio margen de operación. Con un agregado, de esta forma se divide la Secretaría de Educación Pública, porque mucho de lo derivado con la educación superior terminará dentro de la nueva instancia, lo que permitirá a la SEP centrarse mucho más en la educación pública básica y media, que hoy ha quedado con enormes carencias.
Nadie discutirá la designación de Julio Berdegué en Agricultura. Una vez más, es un especialista con larga trayectoria, con ideas muy claras para otro sector que no tuvo ni remotamente el apoyo que requería este sexenio y que puede crecer mucho más de lo que lo ha hecho.
La designación más controvertida será la de Ernestina Godoy en la Consejería Jurídica. No sé si Ernestina, como dijo Sheinbaum, ha sido la mejor fiscal de la historia, lo dudo. Pero no fue una mala fiscal de la Ciudad de México. Su desempeño se comprometió públicamente porque se metió de lleno en temas en los que tendría que haberse mantenido al margen, como el del Cártel Inmobiliario, pero, en otros ámbitos, la Fiscalía funcionó bien, logró una buena coordinación con Omar García Harfuch en la Secretaría de Seguridad, con la que mejoró mucho la policía de investigación capitalina. Y es una profesional consistente cuando vienen tiempos de cambios complejos en el terreno legal y constitucional.
Cuando comenzó la transición dijimos que el estilo personal de gobernar de Claudia sería muy tipo UNAM, porque de allí viene y ahí comenzó a hacer política. Y el estilo UNAM es de coordinación, diálogo y circulación de ideas. Todos los designados vienen de una historia similar. El próximo jueves habrá nuevas designaciones, otras seis, dijo Sheinbaum. Si no hay nuevos espacios o cancelaciones, cerradas estas siete, con la de Ramírez de la O en Hacienda, faltarán doce. No sería descabellado pensar que las próximas serán, sobre todo, del gabinete social, y que se dejarán para el final las de seguridad, militares y Gobernación. Por lo pronto, es una señal positiva y así lo vieron los mercados.