Pemex es la empresa petrolera más endeudada del mundo.
Las elecciones del pasado 2 de junio, con muchos claroscuros, le dieron un contundente voto de confianza al presidente López Obrador y la oportunidad de que su visión de país continúe por seis años más a través de la primera presidenta de México. No cabe de la felicidad de que su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo, cuidará su proyecto y sus espaldas.
A casi dos meses del proceso electoral se terminó el momento de los festejos y la realidad se impone. Y tras tantas sonrisas y felicitaciones se evidencia que nuestra futura presidenta se ganó la rifa del tigre.
Sheinbaum Pardo toma las riendas de un país destrozado por la violencia y por la sangre derramada de, por lo menos, 200 mil mexicanos a manos del crimen organizado. Con una Guardia Nacional a la que los ciudadanos le tenemos miedo y sin ninguna institución civil que haga frente al crimen organizado.
También llega a un México con una economía destrozada. Según los datos publicados por Macario Schettino (19 de julio, 2024, El Financiero), “comparado con la trayectoria más reciente del crecimiento del consumo, en 2023 tuvimos una burbuja equivalente a 3.5 por ciento del PIB, que para este primer semestre alcanza 5.8 por ciento del PIB. Inexplicablemente, hay quienes aseguran que la economía está bien, a pesar de que hoy producimos menos por habitante, que hace seis años, que incrementamos el monto de la deuda, que tenemos un déficit inmanejable y que la provisión de bienes públicos por parte del gobierno casi ha desaparecido”.
Por otro lado, nuestra virtual Presidenta electa asume el poder con un sistema de salud despedazado en el que los servicios públicos en la materia son el polo opuesto a un país como Dinamarca, aunque nuestro Presidente nos aseguró que serían similares.
Llega a un México donde una empresa pública, cuyas finanzas se han manejado con total negligencia, pueden arrastrar a la quiebra a nuestra economía. Pemex tiene una deuda financiera superior a los 94 mil 500 millones de dólares y es la empresa petrolera más endeudada del mundo. Es bien conocido que ni a sus proveedores les paga desde hace meses, a los que adeuda por lo menos 148 mil millones de pesos.
Y claramente, aunque nuestro prócer así lo insiste, no hay menos corrupción. Los amigos y familiares del mandatario —y cientos de funcionarios públicos— se hicieron de contratos millonarios a costa de los mexicanos. Y a medida que esos escándalos se hagan del conocimiento público, ella tendrá que decidir si son muertitos que quiera cargar.
Incluso le están dejando a Sheinbaum una mina desde adentro —la reforma al Poder Judicial y a los organismos constitucionales autónomos— y parece que no está dispuesta a desactivarla, aunque pueda ser el acabose de su gobierno antes de que empiece.
Y por si todo eso fuera poco, hay que tener dos dedos de frente para saber que López Obrador querrá seguir interviniendo en su gobierno, lo que no le traerá nada bueno a su futura administración.
Por eso, por el bien de los mexicanos, le deseamos mucho éxito a Claudia Sheinbaum, que se sacó la rifa del tigre.