El artículo 4 del Código Penal Federal considera delitos punibles en México aquellos cometidos en territorio extranjero contra mexicanos. Con base en ello, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una denuncia ante la Fiscalía General de la República contra el perpetrador de la masacre de El Paso, Texas, donde ocho ciudadanos mexicanos fueron asesinados, junto con otras quince personas, en agosto de 2019. En su momento, el entonces canciller Marcelo Ebrard consideró el ataque, realizado por un nacionalista blanco, como “el peor que se ha visto en los últimos años por cuestiones de racismo”. La secretaría a su cargo lo llamó un “acto de terrorismo contra mexicanos en el exterior”.
Cuatro años después, otro mexicano, el DJ Orión Hernández, originario de Tepoztlán, Morelos, fue blanco de otra agresión terrorista, la cometida por la organización fundamentalista islámica Hamás contra los asistentes al festival de música electrónica Supernova, celebrado en el sur de Israel. Apasionado de ese género, Orión había recorrido varios países europeos el verano pasado, junto con su novia, la israelí Shani Louk, para asistir a diversos festivales.
Sus últimos días de vida son descritos así en una nota del diario argentino La Nación: “El 3 de octubre, llegaron a Tel Aviv invitados por amigos israelíes. Se alojaron en un departamento rentado, ya que la casa de Shani estaba lejos. Durante su estancia, Orión y sus amigos disfrutaron de las playas, mercados de antigüedades y la vibrante vida nocturna de la ciudad. Asistieron a una fiesta en el (club tecno) Bavel para escuchar a su amigo DJ mexicano ZOMPAX. Allí se encontraron con otros conocidos, que los invitaron al festival Supernova, donde terminarían encontrando la muerte”.
El 7 de octubre, milicianos de Hamás incursionaron en territorio israelí, donde mataron y secuestraron a centenares de personas desprevenidas, sacando a gente de su hogar o masacrándolas frente a sus hijos. Entre los lugares que atacaron estuvo ese festival. Imágenes difundidas por los propios terroristas dejaron ver que el cuerpo semidesnudo e inconsciente de Shani Louk fue paseado en una camioneta tipo pick up como si fuera un trofeo. Al principio se supuso que ella y Orión fueron llevados a Gaza como parte del grupo de rehenes que Hamás se llevó para obligar a Israel a negociar. Sin embargo, el 30 de octubre, expertos alemanes e israelíes informaron que encontraron en los terrenos del festival una parte del cráneo de Louk, por lo que fue declarada oficialmente muerta.
Hasta la madrugada del viernes pasado, se guardaba esperanza de que Orión siguiera con vida, entre el centenar de secuestrados israelíes que aparentemente continúan en Gaza. Sin embargo, ese día, las Fuerzas de Defensa Israelíes informaron sobre el hallazgo de los restos de tres de ellos, en la ciudad de Jabaliya, dentro del enclave palestino, y señalaron que por información de inteligencia se podía saber que el mexicano –quien también tenía nacionalidad francesa– fue asesinado el mismo 7 de octubre, igual que su novia, en los terrenos del festival.
En diferentes ocasiones, el gobierno mexicano aseguró que estaba negociando la liberación de Orión. Uno tiene que preguntarse si, como parte de esas negociaciones, las autoridades mexicanas pidieron alguna prueba de vida de Orión. O si fueron engañadas por Hamás para creer que seguía con vida.
Se puede comprender que, por la dificultad de la situación en el terreno, el gobierno tuvo que enterarse apenas la semana pasada, igual que todos, de la muerte de Orión. Lo que no se entiende es que, en sus declaraciones posteriores, la canciller Alicia Bárcena haya tuiteado el viernes sobre el “terrible fallecimiento” de Orión “en manos de Hamás” (sic), en lugar de decir que fue asesinado por terroristas.
Ahora veremos si, como en el caso de los ocho mexicanos de El Paso, el gobierno presenta una denuncia ante la FGR por el asesinato de Orión y si es capaz de condenar claramente a la organización que lo asesinó, pues éste fue también un acto de terrorismo contra un mexicano en el exterior. Porque hasta ahora le ha costado decir las cosas como son, con lo que la tragedia de Orión es doble.