¿Otro sexenio de “otros datos”?

¿Otro sexenio de “otros datos”?

Por más que se puedan encontrar casos de abuso, ineficiencia y corrupción en los funcionarios del pasado, había un escrúpulo a la hora de presentar datos oficiales en público: éstos debían ser exactos.

“Sudábamos cuando poníamos las tarjetas informativas en manos de nuestros jefes”, recordaba ayer una persona que asesoró a varios servidores públicos y los ayudó a prepararse para comparecer ante legisladores.

“Pasarles un dato incorrecto se podía castigar con la pérdida del empleo”, relató.

Y no era, agregó, porque sus jefes temieran mentir, sino que “en esos casos ellos quedaban como ignorantes, y había pocos pecados peores en la política de esos tiempos: no saber”.

Eso ha cambiado drásticamente. Hoy en día se difunden “otros datos” sin miedo al escándalo.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho de ellos el sello de su gobierno. “Yo tengo otros datos”, afirma el mandatario cada vez que le presentan alguna cifra que hace ver mal su gestión. Incluso pueden probarle que ésta proviene de su propia administración y él no se inmuta.

La cosa es que lo que no se mide no se puede evaluar. Y sin datos reales, no hay medición posible. Y sin medición, lo malo se puede volver bueno sin esfuerzo alguno, sólo porque alguien lo dice, aunque el problema permanezca.

El exsenador y exembajador estadunidense Daniel Patrick Moynihan –primer político en advertir, en 1969, que la acumulación de gases de efecto invernadero podría llevar al calentamiento global– acuñó una máxima que sirve para desbrozar la discusión pública, hasta en estos tiempos de la posverdad: “Todo mundo tiene derecho a opinar, pero no a tener sus propios datos”.

Ante el final del sexenio, una pregunta relevante es si los hechos documentados volverán a prevalecer sobre las visiones distorsionadas de la realidad.

A juzgar por algunas afirmaciones hechas por la candidata oficialista Claudia Sheinbaum durante el tercer y último debate presidencial, hay razones para estar pesimistas al respecto. Claro, en caso de ganar ella las elecciones del próximo 2 de junio.

En una de las mesas de discusión del posdebate, la encuestadora y politóloga Lorena Becerra hizo una lista pormenorizada de las inexactitudes que expresó Sheinbaum durante el encuentro. El video de la intervención de Becerra ayer se volvió tendencia en las redes sociales.

Entre ellas, mencionó la cifra de homicidios dolosos cometidos en 2023 que dio la candidata: 29 mil, dijo Sheinbaum, en lugar de los 30 mil 523 registrados por Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Ayer, en diversas entrevistas, repitió la cifra incorrecta.

¿Por qué alterar un dato que proviene de la información oficial del gobierno federal?

Otro número citado incorrectamente fue la percepción de inseguridad que tienen los mexicanos que habitan en áreas urbanas, medida por el Inegi. Aunque en la última encuesta, levantada en marzo de 2024, el porcentaje fue de 61.0%, Sheinbaum lo fijó en 59.1%, dato que había arrojado el sondeo anterior, correspondiente a diciembre de 2023.

Sería lamentable vivir otro sexenio regido por la posverdad. Si los mexicanos no tenemos la certeza respecto de la información oficial, será imposible enderezar nuestros problemas colectivos. Por eso, lo deseable es que en la discusión pública las opiniones dejen de confundirse con los hechos.

BUSCAPIÉS

Durante el tercer debate, Sheinbaum respaldó la iniciativa presidencial de acabar con las diputaciones plurinominales. Lo que no queda claro es si la propuesta es nada más para el Congreso de la Unión. Porque si esa lógica se llevara a las Legislaturas estatales, en Guanajuato el oficialismo tendría un diputado local, contra 22 del PAN, en lugar de diez; en Aguascalientes tendría dos escaños, por 12 del PAN y cuatro del PRD, en lugar de ocho, y en Yucatán tendría uno, por 14 del PAN, en lugar de tener siete. ¿Así también les gustará?